miércoles, 23 de junio de 2010

LA PUTA GANA, de Gustavo Bernal.





 Susan Sontag recalca con asombrosa simpleza que un escritor es “alguien que pone atención al mundo”. Elver Cruzila lo es, incluso poniendo en riesgo cualquier etiquetado. Es que Elver Cruzila pone demasiada atención al mundo. No sólo es el gran recordador o el nuevo Dostoievski con jeans, sino que también es el “gran escuchador”, una grabadora humana que no se detiene, aún cuando sus oídos tuviesen que hacer de ojos. El día infantil que atestiguó por primera vez con una grabadora de bolsillo todo lo que acontecía, descubriría su desesperación (estética) literaria. Pero nada satisface a este poeta, una noche en un ataque de ira lanzó esa grabadora por los techos de Eureka, su ciudad natal, y las palabras de Elver magnéticamente quedaron abandonadas en los tristes y solitarios pizarreños de su pueblo. Elver nos dijo que Eureka podría ser mejor que la Florencia de Leonardo por el sólo hecho de narrarla en el abandono de una grabadora partida en mil pedazos.
En él la metáfora no es recibida con la típica ingenuidad del escritor moderno, la metáfora “metá phorein” es “llevar mas allá”, reemplazar un lenguaje por otro mas colorido, en Elver Cruzila todo esta acá y en eso consiste su talento, hacer una metáfora “del acá” que no se escape, que no vuele, porque volar en Eureka no es algo novedoso, si dice por ejemplo: “...Con la frescura del helado de piña y la calidez del fernet habíamos resucitado a fuerzas moribundas internas, por fin podíamos ver al mundo brillar en el rojizo atardecer de Estación Central...”. No hay imagen más allá de puros referentes tristes que tratan de entusiasmar, pero cada vez que lo logran para inventar “otra fiesta”, la grabadora choca con los techos miserables de la existencia: “...tengo la transparencia de una casa de putas en el cerebro, y muchas veces, solo veo fantasmas...”.
Pero ese acto de registro de un hombre desesperado ante la muerte, sólo se comprende en la frase que nos dice Camus: “Todos los días que no se han anotado equivalen a días que no han sido”… ¿Escribir por estética o por desesperación? Es lo mismo. Criado entre los delincuentes tenía que contarnos algo sobre ellos, si leemos “La Puta Gana” hoy en día, no nos es indiferente su conexión con la poesía goliarda medieval que nos contaba las vidas de los delincuentes y marginales, ni con el aliento rimbaudiano de la Francia campesina o el renacimiento de los bosques del San Francisco beatnik, incluso no nos es ajeno el olor a ese poeta viejo y suicida, Pablo de Rokha, que se iba en tren al sur solo con la triste misión de vender sus libros. ¿Y ese esfuerzo? ¿Para que el tren? , ¿Para que los libros?. Sólo para hacer del tiro en la cabeza un momento justificable. Fama no, éxito no, muerte tal vez.
Los poetas de Eureka encabezados por Cruzila, lo único que tienen a mano para cantar en sus inicios es a su tierra, pero no es la tierra del antiguo naturalismo literario que se regocijaba en llenarnos de gallinas o de fábricas, sino la tierra donde se desploman los ángeles borrachos, donde los niños juegan a las bolitas, la tierra que se despide triste de la niñez mientras un camión la llena de cemento. Jorge Teillier lo identificó con los lares, esos viejos dioses tutelares romanos, Elver sólo hace de Eureka una desesperada página en blanco donde todos inevitablemente vomitamos. El arte y su ciudad, Florencia, New York, Dublín y Eureka. Cruzila nos bombardea por que nos retiene en su jazz frenético, es un beat pero a él no le importa: en el mismo momento en que Bolaño necesitaba un Hígado, Cruzila destrozaba el suyo. El escritor no es el que cuenta sino el que padece. El escritor no es un reponedor de supermercado que coloca las cosas para el inventario. Aunque Elver lo fue, porque Elver ha estado en casi todos los lugares y todos los lugares no han salido intactos de él, es decir han sido escuchados, registrados y luego lanzados al aire al igual que esa grabadora que lanzó por los techos de Eureka. La actividad, la acción en él, se vuelven insoportables por que la literatura lo demanda todo; desde beberse un jarabe ziprepol hasta limpiar una reineta. Mirar es encontrar una oposición, y el escritor en su paseo diario (si es paseante urbano o “flaneur” como lo llamó Baudelaire ,) o en su paseo psicológico si es un “monologador” moralista , encuentra los objetos sólo por la rebeldía de estos y no por que el escritor los disponga a su antojo. El “theoros” griego que llegaba a las fiestas para hacerse espectador y relatar luego en el ágora vecina lo acontecido, envía su etimología al concepto de “teoría” (que se traduciría como “el participe de afuera”). Pero el Elver no es un teórico (si esta afuera no escribe). Elver necesita estar adentro, por eso habrá que arrancar de los pacos primero, luego escribir. Mas que un espectador Elver es un tropezador, pareciesen que las cosan que tropiezan con él se volviesen literatura incluso a regañadientes. El escritor necesariamente necesita propiedad. Para los nuevos poetas, las cosas dejan de ser “algo para”: Dublín para Joyce, el recuerdo para Proust, la nada para Turgueniev, el mal para Melville y se transforman en “algo contra”. Elver contra lo que tropieza, Elver contra lo que ama, Elver contra lo que cree, Elver contra Elver, nada le es propio pero todo le pertenece. Tropezón versus contemplación. Daño versus narrativa. La puta siempre gana, es su deber, su negocio sexual, pero también a veces merecemos tener un poco de puta gana para escribir, para vivir, incluso a veces debemos tener un poco de ganas para morir (sino no nos moriríamos), el juego de palabras no es gratuito. Eso quiere decir que en este libro se ha estado tanto en los puteríos más extremos como en el cielo más artificial, ya que “gana” (entusiasmo, enthousiasmos) significaría “llevar un Dios dentro”, es decir, al fin y al cabo todos llevamos un “puto dios” dentro ¿Y que es un Dios sino una grabadora hecha trizas en la madrugada con palabras que nadie escuchará y que por lo mismo son las más sagradas? Esperemos que este dios literario, que esta hecho trizas en los techos de Eureka, haga su trabajo. Esto quiere decir que cuando Proust utilizaba el mecanismo del olfato para escribir poéticamente sobre el pasado, Elver utilizaba la ñata para darle un toque al cerebro. Aquí no hay simple belleza, sino ruda supervivencia. 

Coctelmarx.

AL REVÉS DE LOS CRISTIANOS, de Marcelo Valdés.




Este fue nuestro primer libro, Marxcelo Valdés el encargado de dar el puntapié inicial del partido de la poesía con su Antología Poética titulada "Al Revés de los Cristianos". Todo es cancha, encuentro pactado a los cien goles, con piedras de arco y sin arbitro, o como dice Valdés...

"Ni todas las acciones de la Bolsa, Ni todo el oro del Vaticano, Ni todo el petróleo del Medio-Oriente, Ni todos los dividendos hipotecarios, Ni todas las minas del Rey Salomón, Ni todo el choreo de la Concertación, Ni todas las cuentas en Islas Caimán, Ni todos los pinocheques de la ma# lia militar, Ni todas las tiendas parlamentarias, Ni todas las indemnizaciones millonarias, Ni todas las mensualidades de la educación $uperior, Ni todas esas promesas por “un mundo mejor”, Ni todo el lavado de la derecha, Ni todos los gastos en campañas electorales, Ni todo el robo de las AFPs y las isapres, Ni todos los cargos # jos y los intereses abusivos, Ni todo el saqueo de los grupos económicos al estado chileno, Ni todas las coimas al fiscal, al actuario y al juez, Ni todos los U.S. dollars de Bill Gates, Ni todo el Money de Pink Floyd, Ni todos los pozos acumulados del Kino, el Loto y la Polla Gol, Ni toda la plata que me tome anoche…

¡Nada de eso! ¡Absolutamente nada de todo eso!
¡Vale más! Que la fortuna de despertar abrazado a ti
En cada mañana.